Conciliación

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Un año jubilar es un simbolismo de reconciliación que crea un escenario para el cambio. Pide que nuestra vida se centre en Dios, desafiándonos a acercar nuestras vidas a Dios y a admitir su supremacía sobre todas las cosas. La teología bíblica enmarca una verdad fundamental para una exigencia de justicia social reparadora y de honrar la tierra: viendo que Dios es el dueño de todas las cosas, todo debe girar en torno a Él y no en torno a una realidad concreta o a una plataforma política. Es Él quien santifica el año impartiéndonos su santidad.

Sin embargo, durante la Bula de Convocatoria del Año Santo Extraordinario 2015, el Papa Francisco señaló que "la misericordia no se opone a la justicia, sino que es más bien la justicia que proviene del modo en que Dios tiende la mano al pecador en el momento en que éste debe iniciar la conversión -mirarse a sí mismo y cambiar-, a través de la cual llega a la fe. [...] Inmediatamente después añadió: "Nuestra comprensión de la justicia de Dios puede resumirse así: es su misericordia. La Cruz de Cristo revela su juicio sobre todos nosotros y también sobre el mundo entero, pero al mismo tiempo nos da la certeza de lo que... -amor y vida nueva- para nosotros y para todo ser humano". (Misericordiae Vultus, 21).

La reconciliación práctica implica participar en el Sacramento de la Reconciliación. Es decir, aprovechar esta oportunidad para redescubrir qué es la confesión y, a cambio de ella, cómo Dios envía expresamente mensajes de perdón. Algunas de las iglesias del Jubileo están abiertas las veinticuatro horas del día. Para prepararse a recibir el sacramento, puede seguir una guía.