Durante la audiencia conmemorativa, el Papa declaró que allí donde se viola la dignidad humana, es necesario intervenir en favor de la paz.

Como cristianos, debemos hacer el bien y no dudar en defender lo que es correcto...

El papa León XIV hizo hincapié en esto durante su audiencia jubilar del sábado en el Vaticano, al reflexionar sobre la sierva de Dios Dorothy Day (1897-1980).

Esta periodista y activista estadounidense, convertida al catolicismo, cofundó el movimiento Catholic Worker durante la Gran Depresión.

Conocida por sus grandes obras en favor de los pobres, los migrantes y los trabajadores, Day ha sido elogiada por vivir el Evangelio en una época dramática de la historia.

Llamados a ser fieles y concretos

El Santo Padre se inspiró en el pasaje del Evangelio de hoy para pedir a los presentes que sean concretos en su compromiso de ayudar a los demás.

Les instó a volverse hacia el Señor, para que nos ayude a reconocer los muchos dones que se nos han dado y nos muestre cómo tomar posición en nuestras propias vidas para promover una sociedad que refleje verdaderamente el amor del Evangelio.

En este sentido, nos recordó que Dorothy Day puede servir de gran modelo e inspiración para los fieles católicos.

Transformar la sociedad imitando a Cristo

«Tenía fuego dentro. Dorothy Day tomó una postura», recordó el Santo Padre, subrayando que «vio que el modelo de desarrollo de su país no creaba las mismas oportunidades para todos».

Dorothy, explicó el Papa, «comprendió que para muchos el sueño era una pesadilla y que, como cristiana, tenía que involucrarse con los trabajadores, con los migrantes, con los marginados por una economía que mata».

Al observar cómo Dorothy servía maravillosamente con su corazón, su mente y sus manos, el papa León reconoció cómo su servicio y sus obras «transformaron la indignación en comunión y acción».

«Esperar», dijo el papa Leo, «es tomar partido, como Jesús, con Jesús», porque «su fuego es nuestro fuego».

Por eso, rezó para que este Jubileo de la Esperanza reavive este fuego en nosotros y en toda la Iglesia.