Mientras recitaba el Ángelus, el Papa dijo: «Somos la Iglesia de Cristo, llamados a caminar con Él con alegría».

«Somos la Iglesia de Cristo, su cuerpo, sus miembros llamados a difundir su Evangelio de misericordia, consuelo y paz por todo el mundo, a través de ese culto espiritual que debe brillar sobre todo en nuestro testimonio de vida», dijo el papa León en su Ángelus semanal.

En sus comentarios del domingo, fiesta de la Dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán, el Papa recordó que, en este día en particular, la Iglesia está llamada «a contemplar el misterio de la unidad y la comunión con la Iglesia de Roma, llamada a ser la madre que cuida del camino de fe de los cristianos en todo el mundo».

Al tiempo que llamaba la atención sobre el «extraordinario valor histórico, artístico y religioso» de la catedral de la diócesis de Roma y sede del sucesor de Pedro, dijo que, sobre todo, «representa la fuerza motriz de la fe confiada y preservada por los apóstoles, y su transmisión a lo largo de la historia».

Observando que la grandeza del misterio también resplandece en el esplendor artístico del edificio, que en su nave central alberga las doce grandes estatuas de los apóstoles, señaló cómo esto apunta a una perspectiva espiritual, «que nos ayuda a ir más allá de la apariencia externa, a comprender que el misterio de la Iglesia es mucho más que un simple lugar, un espacio físico, un edificio hecho de piedras».

El verdadero santuario de Dios es Cristo

Sin embargo, «como nos recuerda el Evangelio en el episodio de la purificación del Templo de Jerusalén por parte de Jesús, el verdadero santuario de Dios es Cristo, que murió y resucitó», dijo el papa León.

«Él es el único mediador de la salvación, el único Redentor, Aquel que, al unirse a nuestra humanidad y transformarnos con su amor», continuó, «representa la puerta que se abre de par en par para nosotros y nos conduce al Padre».

«Unidos a Él», se maravilló el papa León XIV, «también nosotros somos piedras vivas de este edificio espiritual», «la Iglesia de Cristo, su cuerpo», llamada a difundir su mensaje evangélico y su misericordia a través de nuestro testimonio diario.

Caminando en la alegría de ser el Pueblo santo de Dios

«Hermanos y hermanas», insistió, «debemos entrenar nuestros corazones para tener esta perspectiva espiritual».

El Papa lamentó cuán a menudo «las debilidades y los errores de los cristianos, junto con muchos clichés y prejuicios, nos impiden comprender la riqueza del misterio de la Iglesia», pero aclaró que «su santidad, de hecho, no depende de nuestros méritos», sino del «don del Señor, nunca retirado», que sigue eligiendo «como vaso de su presencia, con un amor paradójico, las manos sucias de los hombres», dijo el papa León, citandola Introducción al cristianismo de BenedictoXVI.

En conclusión, el papa León XIV rezó: «Caminemos, pues, en la alegría de ser el Pueblo santo que Dios ha elegido, e invoquemos a María, Madre de la Iglesia, para que nos ayude a acoger a Cristo y nos acompañe con su intercesión».