Peregrinación

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El jubileo nos invita a viajar, rompiendo las fronteras. Viajar implica un cambio de lugar y de uno mismo y, por tanto, requiere una preparación adecuada, un trazado del camino y del destino. En esta perspectiva, esa peregrinación del jubileo comienza en realidad antes de los viajes que recorren en cuanto a la elección de embarcarse. La etimología de la palabra "peregrinación" dice mucho sobre su significado original y aún relativamente inalterado. Deriva del latín "per ager", que significa "a través de los campos", o quizá de "per eger", que significa "cruce de fronteras"; ambas posibles raíces sugieren lo delicado que es, en realidad, un viaje.

Abraham narra así su viaje desde el punto de vista bíblico: "Sal de tu tierra, de tus parientes y de la casa de tu padre" Con estas órdenes, Abraham emprende un viaje que le lleva finalmente a la Tierra Prometida, donde pasa a la historia como "arameo errante"."En la misma línea, el ministerio de Jesús podría calificarse de viaje, que comenzó desde Galilea hasta la Ciudad Santa, Jerusalén... "Cuando se acercaba el momento en que Jesús iba a ser llevado al cielo, se decidió y se puso en camino hacia Jerusalén" (Lucas 9:51). Es Él quien pide a sus discípulos que recorran este camino y ahora compromete a otros a seguirle, a los cristianos, que están obligados a asumir este rumbo, a hacer este viaje después de Él.

Un camino madura lentamente sus potencialidades ofreciendo innumerables direcciones a seguir y espacios a desvelar, compuestos por situaciones concretas, momentos de pedagogía, ritos sagrados y acciones litúrgicas. Pero además de esta experiencia, lo más importante es que nuestros compañeros de viaje nos ofrecen una nueva visión y perspectivas alternativas. Y lo que es más importante, asomarnos a la creación nos permitirá comprender cómo el cuidado del medio ambiente "es una expresión esencial de nuestra fe en Dios y de nuestra obediencia a su voluntad" (Papa Francisco, Carta para el Jubileo 2025). La peregrinación crea la posibilidad de conversión para remodelar el propio ser hacia la santidad de Dios. En este sentido, la alteridad interperegrina también se convierte en parte de la condición compartida de hombres y mujeres que por diferentes razones tienen que dejar su lugar de morada en la búsqueda de la vida para sí mismos y sus familias.