El papa Francisco: «No hay que tener miedo a admitir los errores» en el Ángelus

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El Papa: Construyamos una Iglesia más humilde y acogedora El Papa: Construyamos una Iglesia más humilde y acogedora

Papa: Construyamos una Iglesia más humilde y acogedora

Desde la ventana del Palacio Apostólico, el papa León XIV recordó las dos figuras contrastantes de la lectura del Evangelio del día: el fariseo, seguro de su propia rectitud, y el recaudador de impuestos, consciente de su pecado.

El Papa habló justo después de la misa jubilar dedicada a los equipos sinodales y a los órganos participativos el domingo, y antes de su recitación semanal de la oración mariana del Ángelus

La oración del fariseo, dijo el papa León, centrada en la jactancia y el orgullo espiritual, «refleja una estricta observancia de la Ley, sin duda, pero pobre en amor, basada en el "dar" y el "tener", en las deudas y los créditos, y carente de misericordia»

En contraste, la oración del recaudador de impuestos revela un corazón abierto a la gracia: «Dios, ten piedad de mí, que soy pecador»

La humildad: el camino de la verdad y la sanación

En su reflexión del Ángelus, el papa León destacó el valor del publicano, que se atreve a presentarse ante Dios a pesar de su pasado y su reputación.

«No se encierra en su propio mundo; no se resigna al mal que ha hecho», explicó el Papa. «Abandona los lugares donde se le teme, donde está a salvo, protegido por el poder que ejerce sobre los demás. Acude solo al Templo, sin escolta, aun a costa de miradas severas y juicios duros, y se presenta ante el Señor, de pie, con la cabeza inclinada»

El Santo Padre también explicó que «no es mostrando los propios méritos como se salva uno, ni ocultando las propias faltas, sino presentándose con honestidad, tal como somos, ante Dios, ante nosotros mismos y ante los demás»

Citando a San Agustín, el Papa comparó al fariseo con una persona enferma que esconde sus heridas por orgullo, y al recaudador de impuestos con alguien que expone humildemente sus heridas para ser sanado: «No nos sorprende que este recaudador de impuestos, que no se avergonzó de mostrar su enfermedad, se fuera a casa sanado»

«No tengamos miedo de reconocer nuestros errores»

El Papa animó además a los fieles, siguiendo el ejemplo del publicano, a no temer reconocer sus debilidades: «No tengamos miedo de reconocer nuestros errores, de ponerlos al descubierto asumiendo la responsabilidad de ellos y confiándolos a la misericordia de Dios»

Este camino de humildad, concluyó el papa León, permite tanto la curación interior como el crecimiento del Reino de Dios: «que no pertenece a los orgullosos, sino a los humildes»